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Aquí todos mentimos y nos colgamos del travesaño junto con los jugadores.
Y pedimos la hora con gritos fuertes y desesperados porque el tiempo que pasó sin que nos metieran uno tiene muchísimo más valor que el tiempo que nos resta.
El gol cuenta más de visita y un punto a veces puede llegar a valer hasta tres: "Y empatando todos los partidos, será que nos alcanza?"
(Escuché de algunos que ya empezaron a llevar la calculadora a la cancha)
Nos da miedo que nuestro equipo juegue bien pero no gane. El resultado es un dictador y no tenemos ganas de protestar, nos gusta este nuevo sistema socio-futbolístico.
Mentimos, mentimos. Nosotros los hinchas también mentimos.
Ya no nos importa el juego: lo importante es ganar, a cualquier precio.
Qué desgracia!
(Por si acaso y el partido se complica, bajemos a la cancha a preguntarle al árbitro cuánto cobra).
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